CONFINAMIENTO EN CASA: UNA SITUACIÓN ESTRESANTE

Marisa Espina/ abril 1, 2020/ Psicología/ 0 comentarios

Tras más de dos semanas confinamiento en nuestros domicilios (prolongado a otras dos más) debido a la alarma sanitaria por coronavirus muchas personas han empezado a experimentar sentimientos y emociones de miedo, angustia, ansiedad,… Sobre todo aquellas vulnerables por presentar patologías previas, por su precario estado de salud, por ser ancianas, por vivir solas, por tener una discapacidad, por trabajar en el ámbito sanitario que hace frente a una situación que se ha convertido en una angustiosa pesadilla.   

La inquietud e incertidumbre de la situación, de no saber qué va a ocurrir mañana hace que el miedo se haya apoderado de las personas. Miedo a enfermar, miedo a no superar la enfermedad y morir, miedo a que los familiares enfermen y mueran, miedo a perder el trabajo, miedo a tener que cerrar el negocio, miedo a perder poder adquisitivo, miedo a no volver a trabajar. Provoca diferentes emociones y estados de ánimo: desmoralización, frustración, angustia, irritabilidad, bajo estado de ánimo, agotamiento emocional.

El confinamiento y el enclaustramiento en casa ha hecho que se hayan perdido las rutinas diarias y el contacto social cara a cara y presencial con las personas de nuestro entorno (familiares, amigos, compañeros, vecinos, etc.). Ello influye en nuestro estado de ánimo, puede vivenciarse como una situación estresante, genera aburrimiento, impotencia y se acusa aún más la soledad y el aislamiento. En este contexto pueden aparecer estados de agitación, nerviosismo, crisis de ansiedad, ataques de pánico, sentimientos de desesperanza, irritabilidad, alteraciones en el sueño (insomnio),… Además la incertidumbre e intranquilidad sobre qué va a pasar supone un factor de estrés añadido. Nadie puede dar una respuesta confiable, adecuada y precisa.

Las familias que tienen a su cargo hijos con discapacidad, familiares mayores o enfermos que en su día a día requieren un cuidado especial se están sintiendo desbordadas, pasando por momentos angustiosos y estresantes. Se enfrentan solas al cuidado, sin poder contar con ayuda suplementaria y con el temor constante que puedan enfermar. Ello requiere un esfuerzo incrementado que quizás pueda sobrepasar sus fuerzas y terminan agotados. Familias que tienen algún miembro viviendo en una localidad distinta. Personas que viven solas…

Los profesionales sanitarios todos los días están enfrentándose a situaciones que nunca antes habían vivido, que requieren respuestas eficaces, eficientes y rápidas. Al igual que todos los profesionales que nos atienden (personas que trabajan en farmacias, supermercados, residencias de ancianos, chóferes de medios de transporte, cuerpos de seguridad,…) para que los servicios básicos no falten a la ciudadanía. Los profesionales que hacen su trabajo desde casa por medios telemáticos, ha supuesto una puesta al día rápida y sin apenas tiempo para familiarizarse con la tecnología. Además del cansancio por jornadas prolongadas y extenuantes, se suma la impotencia de no poder dar solución a los problemas. Esto crea sentimientos encontrados de enfado, miedo, frustración, impotencia, preocupación, nerviosismo…

Estamos menos felices y contentos que antes de que la crisis se desatara. Por ello, en estos momentos necesitamos mantener el ánimo, intentar no dejarnos llevar por el desánimo ni la desesperación. Mantener la calma y la serenidad, pensar que esta situación finalizará y que nos reincorporaremos a la vida nos ayudará, aunque no es fácil.

Por ello es fundamental mantener unas pequeñas rutinas que nos ayuden a sobrellevar el confinamiento y el enclaustramiento, tener la mente ocupada y el cuerpo en forma.

  • Conservar una rutina diaria: despertarse a la misma hora. Marcarse un horario para el trabajo, el descanso y las comidas. Acostarse a una hora determinada, evitar trasnochar. Distribuir los espacios físicos de la casa entre los miembros de la familia (siempre que sea posible) para el trabajo, el ocio y las comidas. Procurar tener una dieta equilibrada. Hacer ejercicio físico en casa. Nos ayudarán los tutoriales que nos podemos descargar en YouTube, por ejemplo. Interesante que sean adecuados a nuestro estado físico, al espacio que disponemos en casa y a las rutinas deportivas previas.
  • Reforzar el contacto con la familia, los amigos y los compañeros de trabajo por teléfono y WhatsApp. Ahora es el momento de utilizar las redes sociales Facebook, Instagram, vídeo llamadas personales o en grupo por Skype o Zoom. Nos permiten estar conectados unos con otros aunque no estemos presentes físicamente, nos ayudan a sentirnos cerca a pesar de no estar presentes. Cuando esta situación acabe reanudaremos nuestras relaciones interpersonales cara a cara, en persona.   
  • Cultivar nuestras aficiones e intereses: aprovechar el tiempo para dedicarnos a ver películas o series, escuchar música, leer libros y revistas, pintar, escribir,… Ahora podemos realizar aquello que queríamos hacer pero no podíamos por falta de tiempo. Y ¿por qué no aprovechar para emprender formación online?  Esos cursos que hemos visto anunciados mil veces pero nunca hemos encontrado el momento para llevarlos a cabo. Hay multitud de cursos online, ofertas variadas e interesantes.
  • Colaborar como voluntario en algún servicio que lo requiera. Los servicios sociales de los ayuntamientos, ONGs como Cruz Roja, Cáritas,…  solicitan personas que les ayuden en su labor de manera altruista para realizar diferentes cometidos. El voluntariado tiene un efecto beneficioso sobre el estado de ánimo de las personas, se sienten útiles para otros. Centrarse en los demás y no en uno mismo. Hemos visto en las noticias personas que ayudan a sus vecinos ancianos para hacer la compra o ir a la farmacia, que la dejan en su puerta, les llaman por teléfono para ver cómo están. Supone una ventana al mundo para las personas que están imposibilitadas o solas.

No hay recetas mágicas ni soluciones rápidas. Estamos viviendo unas circunstancias extraordinarias. Todos somos diferentes y la manera de afrontar esta situación también lo es. Por eso, si la persona no logra mantener un estado de ánimo sereno, se siente nervioso, abrumado y desbordado, si se instaura en un estado de tristeza que no logra superar, con una irritabilidad a flor de piel, si está continuamente preocupado y agobiado, le cuesta mantener la concentración, tiene dificultades para tener un sueño reparador sería conveniente buscar una ayuda profesional psicológica. Un apoyo emocional profesional que le escuchará y ayudará a manejar esta situación,  poner palabras a sus emociones, sentimientos y miedos.

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